No es algo a lo que vayamos a acostumbrarnos, además de frustrar miles de transacciones a las que agarró en el medio, hay posiciones irreconciliables, por una parte el gobierno que está sordo, por el otro, los que tienen los departamentos no los sueltan ni de casualidad.
Quién tiene razón, el gran bonete.
Lo cierto es que el problema de la vivienda se encuentra en un limbo del que nadie sabe cómo salir, ni compradores ni vendedores.
En el medio, las pequeñas inmobiliarias caen como naipes, sin insumos, nadie puede soportar sostener una infraestructura en la que no todo el departamento o casa, hay empleados, hay aspectos administrativos, hay toda una cadena de consecuencias cuando no existe el insumo.
Lo peor es que no es lo único, las trabas a la importación provoca otros tantos problemas, hay materiales de construcción o especificidades de insumos que se compran en el exterior porque aquí no se fabrican.
Todo es barullo, ya que comenzando con la tasación, que es en dólares, hasta el préstamos que aunque te lo den en pesos, te lo cotizan en dólares, lo único que falta en el medio es el billete.
El dólar ha pasado a estar proscripto.
La gente, por ahora, o hasta que el volumen de los cacerolazos lo permitan, tendrá que conformarse con alquilar.
Ahora que, bajo circunstancias normales, los alquileres estaban alto, ahora están acomodados a una inflación creciente que sin podes basarse en el extraterrestre Indec, refiere a algo más terrenal: las pretensiones de los dueños que no tienen ningún sostén más que el intentar protegerse de no perder mes a mes, en una economía que prohíbe el convertir ese monto en dólares.
Menos mal que el cacerolazo es por lo que pasa en Miami, no quiero saber qué pasaría si estuviera viviendo aquí.
Ah, ¿dónde vivo?, aquí, pero no sé, el gobierno insiste que toda esta preocupación es una fantasía y que yo estoy viviendo en Miami en vez de aquí.
Y si expreso que me opongo, o que no lo creo, de repente la AFIP se me aparece por mi casa para demostrarme lo contrario.